martes, 21 de julio de 2009

LAS AVENTURAS DE ERECTIONMAN


Capítulo 1:El nacimiento de un héroe.



Rodolfo Llador era un tipo corriente,con un sueldo corriente por un trabajo corriente.Tenia 28 años,era soltero,sin hijos,y vivia sólo,en un estudio de 20 metros cuadrados,en un semisótano,interior.Una porqueria de casa,vamos,pero fué lo único que se pudo permitir alquilar.

No conocia a su vecino,el doctor Franquee Stein más que de un par de veces que se lo habia encontrado en el portal,pero el otro dia,de algún modo le cambió su destino,sin pretenderlo,y sin que Rodolfo llegara siquiera a saberlo.El doctor era un tipo muy raro,que apenas salia de casa,excepto para ir al curro,en un centro experimental de células madre.Era un hombre absorbido por su trabajo,y su tiempo libre lo dedicaba a experimentar en su casa lo que le prohibian experimentar en el laboratorio,por culpa de las leyes restrictivas sobre estos temas impuestas por el gobierno.

Aquel dia,el doctor Franquee tuvo un accidente en casa.El frasco donde guardaba las abejas modificadas genéticamente se le escurrió de las manos,y se rompió contra el suelo.Reaccionó rápidamente,cerrando las ventanas,para evitar que se escaparan los ocho ejemplares que contenia el frasco.Con mucho cuidado,y otro frasco nuevo,volvió a encerrar a sus especímenes,contando siete.Faltaba uno."¡Mierda!,se dijo."Debe haberse escapado antes de que cerrara todas las ventanas".Maldijo su descuido.Cada ejemplar era muy valioso,llevama semanas trabajando en ellos,y aun no habia comprobado los efectos de sus modificaciones genéticas."Bueno",pensó,"aun me quedan estos siete".Y volvió a abrir las ventanas,porque hacia calor,dejando de concederle importancia al tema.

Mientras tanto,Rodolfo estaba masturbándose delante del ordenador,viendo una película porno,entusiasmado como siempre,con el culo tan bonito que tiene Kelly Wells.

La abeja fugada entró por la ventana,y fué a posarse justo sobre la pantalla del ordenador.Rodolfo hizo un gesto para espantarla,cabreado porque le interrumpieran,y la abeja,que estaba muy nerviosa,se fué al sitio más caliente que encontró de su agresor,el pene,que estaba erecto y duro,y le clavó su aguijón,dejándose con él las tripas,lo que provocó su muerte.

El pobre Rodolfo aullaba de dolor."¿Será hija de puta la abeja de los cojones?".La pegó un pisotón,inutilmente,porque la abeja ya estaba muerta,y se examinó el miembro,que se habia puesto rojo,y empezaba a hincharse,superando todas las medidas que habia tenido nunca."¡Dios,dios,tengo que ir al médico a que me vea esto".Así que se vistió,y se fué al hospital.En urgencias le atenderian,y le darian algo para combatir el veneno de la puta abeja.

Y efectivamente,en urgencias le dijeron que no se preocupara,le pusieron un par de inyecciones,y le dijeron que acudiera a su médico de cabecera para que le diera un parte de baja.En un par de dias,tres como mucho,pasarian los efectos del picotazo,y su pene volveria a la normalidad.Mientras tanto,le recomendaron que no practicara nada de sexo.

Rodolfo salió del hospital aliviado,más tranquilo,y casi contento,porque al menos podria quedarse en casa por unos dias,rascándose la barriga y jugando con el ordenador.Pero pronto comprobó que los médicos se habian equivocado.......


CAPITULO 2: CAMBIOS



Rodolfo se levantó con una resaca espantosa.Anoche estuvo bebiendo con sus amigos,a pesar de la fiebre,que ya llevaba dos dias y dos noches acompañándole.Estaba preocupado,porque varias veces habia comprobado su temperatura con un termómetro,sin dar crédito a sus ojos.Cuarenta y dos grados no podia tener,se achicharraria en su propia salsa.Acabó tirando el temómetro,y bajando a la farmacia a comprar otro.Cuando comprobó que el nuevo termómetro seguia marcando lo mismo,primero se asustó,y luego recuperó el termómetro viejo de la basura.Así tendria dos,por si uno se le rompia.

Luego llamó a un par de amigos,y aprovechando que era viernes,se fué con ellos de copas.

De todos modos,a pesar de la fiebre,se sentia bien.Notaba un calor extraño en el cuerpo,que le hacia sudar,pero a la vez le hacia sentirse fuerte.Rodolfo no sabia explicarlo muy bien,pero sentia que algo estaba cambiando dentro de su cuerpo.A veces le parecia que su piel se moviera,como si hubiera alguien o algo debajo que la empujara.

Con la boca pastosa,y un tambor en la cabeza,fué hasta el lavabo,porque sentia la vejiga a punto de reventar.Anoche estaba tan morao cuando se acostó,que se le olvidó orinar primero.

Se miró la entrepierna,y exclamó "Joder,¿qué es esto?"Era muy frecuente que Rodolfo tuviera el problema de la trempera mañanera,a la hora de ir al water.No podia orinar en esas circustancias,y siempre le tocaba retorcerse,y esperar a que se le bajara la erección,para poder aliviarse.Pero su pene siempre habia sido normalito,y ahora tenia delante de sus ojos un cacharo que ni el de Nacho Vidal.Era grueso,de más de seis centímetros de diámetro,y largo.Así a ojo,Rodolfo calculó que mediria lo menos medio metro."Bueno",se dijo,"al menos ya no está irritado,y si no fuera por el tamaño,tendria su aspecto normal".Deseó que se bajara pronto,porque si no su vejiga correria el riesgo de reventar,y para sorpresa suya,la erección desapareció al instante.

Rodolfo suspiró aliviado.Este era el pene que tenia,el mismo de siempre.Y de la picadura de la abeja apenas quedaba un pequeño punto rojo.Sintió un gran placer mientras descargaba su micción,al fín.

Luego se bebió un par de cafés,que preparó con su vieja cafetera,que tenia la mala costumbre de salpicar la mitad del café que tenia,y ponerlo todo perdido.Rodolfo llevaba mucho tiempo pensando en tirarla y comprarse otra,pero nunca se acordaba de hacerlo,y cada dia le tocaba limpiar los salpicones.

Después,ya más despierto y lúcido,pero todavia con la resaca punzando en su cabeza,pensó en lo extraño que se sentia.Se puso el termómetro en el sobaco.Esperó un par de minutos,y comprobó que su temperatura era de cuarenta y cuatro grados."¡Dios!,¿qué me está pasando?"Sentia un gran calor en la entrepierna,que debia estar lo menos a cincuenta grados."No puede ser,esto no es normal".Pensó en ir a urgencias,pero lo desechó.En realidad la fiebre no le hacia sentir mal,al contrario.Incluso la resaca parecia esfumarse por momentos,sin dejar rastro,a pesar de todos los cubatas que habia ingerido la noche anterior.Se encontraba casi eufórico,fuerte y vivaz.Claro que estaba lo de su inmenso pene.Eso era un cambio demasiado evidente como para pasarlo por alto.Decidió ponerlo a prueba,ahora que tenia un aspecto normal.Se puso una película porno,y nada más darle al botón del play,tuvo una erección tan imponente que le rompió los pantalones del pijama,que no pudieron soportar la presión."Joder,otra vez".Fué a la pequeña caja de herramientas que tenia en casa,para esos ratos en que le daba por el bricolage,y sacó un metro.Cincuenta y nueve centímetros de largo.Seis y medio de ancho.

"Esto no me puede estar pasando,joder,debo estar soñando,un pene tan grande no puede ser bueno".Y para su sorpresa,mientras pensaba esto,su erección desapareció,tan rapidamente como habia venido."¡Qué curioso,joder!Parece que reaccione a mis deseos".

Fué la primera de muchas pruebas que realizó,todas con idéntico resultado.Descartó ir al hospital,porque pensó que igual se estaba volviendo loco,y nada de esto era real.No queria que le encerraran en un manicomio.

Rodolfo sólo tardaria unos pocos dias en empezar a comprender cómo funcionaba su extraño pene,y en qué consistian los cambios.




CAPITULO 3: APRENDIZAJE



Rodolfo tenia una expresión de máxima concentración,con la lengua asomando entre los labios.No era para menos.Estaba pelándose una manzana para comérsela de postre,y sujetaba el cuchillo con la mano derecha,y la manzana con el pene.

Hacia ya diez dias que le habia picado la abeja del doctor Stein,y cuatro desde que volviera al trabajo y a su vida habitual.Aunque su vida no habia vuelto a ser la misma.

Al tercer dia,Rodolfo ya no tenia fiebre,y habia llegado a comprender que algo habia cambiado en su cuerpo.Su pene habia crecido enormemente,pero habia descubierto que lo hacia a voluntad.Con sólo pensarlo,podia desplegar una increible erección,instantáneamente,o por el contrario,devolver a su miembro el aspecto normal.Maravillado,Rodolfo estuvo haciendo pruebas,con un metro en la mano.En décimas de segundo,su pene podia pasar de estar flácido y medir unos siete centímetros,a alcanzar una erección asombrosa,cuyo record estaba,si no habia medido mal,en 168 centímetros.Más de metro y medio.Con un grosor de por lo menos nueve centímetros.Y,como descubrió en el baño,su pene estaba dotado de una asombrosa dureza,tanta que,como no se separó convenientemente de la pared del baño antes de ordenarle que se pusiera grande,rompió un par de azulejos,de un fuerte golpe.

Tambión se dió cuenta de que poseia una enorme flexibilidad,y podia manejarlo a su antojo,como si fuera la trompa de un elefante.Por eso sonreia mientras pelaba la manzana,consciente de que habia sido otorgado,sin saber muy bien cómo ni por qué,con un magnífico don.Se le resbaló el cuchillo,que fue a dar contra su enorme miembro."Mierda" dijo en voz alta,aunque estaba sólo,"voy a mellar el cuchillo".Su pene era duro como el acero,pero flexible como si fuera de goma.

Luego haria unos ejercicios,porque estaba intentando controlar el tamaño de su pene.No habia podido estar con ninguna mujer desde que adquirió su don,no se habia atrevido.Y eso sí que era un inconveniente.Aunque ahora llegaba a chupársela,pero sólo podia lamerla,porque no le cabia en la boca.Era consciente de que ninguna mujer podria meterse ese cacharro por ninguno de sus orificios.Se le ocurrió la idea de que a lo mejor si practicaba,podria llegar a ordenarle a su pene cuántos centímetros exactos debia medir.Eso seria maravilloso.

Así que cuando terminó la manzana,recogió la mesa,y salió al pasillo,para practicar sin ocasionar más accidentes.Ya habia roto un par de cuadros,y varias figuritas del mueble bar,aparte de los azulejos del baño.

De momento no conseguia dominarlo del todo.Pero iba progresando."Quince" esclamó,y su pene se puso automáticamente tieso,pero con no menos de cuarenta centímetros."Tal vez he dicho demasiado poco,quince ya media antes de que me picara la abeja",se dijo.Así que esta vez dijo en voz alta "treinta y cuatro",y su pene alcanzó una admirable dureza,pero con 42 centímetros,según la medición que tomó."Bien,vamos bien,todo es practicar",se sonrió a sí mismo Rodolfo,esperanzado con la idea de que pronto seria un auténtico capricho para las mujeres.Y siguió practicando con entusiasmo,hasta que le entró el sueño,y se fué a dormir.


CAPITULO 4: EL POEMA


Rodolfo estaba muy contento. Era lunes, había ido al trabajo sin dormir apenas, pero no estaba cansado. Le parecía estar flotando en una nube, ajeno a las menudencias cotidianas, como la bronca que le echó su jefe por llegar tarde. Creía que se había enamorado, no estaba del todo seguro, pero había pasado un fin de semana maravilloso, sin parar de follar, disfrutando de las nuevas habilidades de su miembro. Las horas de práctica en el pasillo le habían ayudado mucho. Ahora dominaba el pene a su antojo. Aprendió que no necesitaba darle las órdenes en voz alta. Bastaba con pensar lo que quería, y su polla reaccionaba inmediatamente. Era capaz de elegir el tamaño exacto, la longitud, el grosor, y hasta la consistencia. ¡Era asombroso, fantástico!
A Mónica la conoció el viernes, en una discoteca, donde había ido con un par de amigos, con la idea de ligar entre las cejas. La verdad es que fue muy fácil, Rodolfo no tuvo que esforzarse gran cosa, porque a Mónica se la presentó su amigo Ambrosio, que estaba saliendo con Ramona, que era amiga de Mónica. En seguida simpatizaron, y se rieron mucho cuando Ramona dijo el nombre completo de su amiga: Mónica Liente del Olmo. Entonces Rodolfo preguntó a Mónica que dónde tenia ella el olmo, lo que provocó sonoras carcajadas, y que Mónica se atragantara con su cubata. Ocasión que aprovechó Rodolfo para palmearle la espalda, y tocarle un poquito el culo. Mientras, Ramona y Ambrosio, que ya tenían planeado hacer de Celestina con sus respectivos amigos, se pusieron a besarse.
-¡Uy , perdona! – dijo Rodolfo tras rozarle un poquito el culo ,como en un descuido. - Es que no quería que te atragantaras.
-Gracias tio, eres muy simpático.- Mónica no apartaba la vista de Ambrosio y Ramona, que se estaban dando un kilométrico beso tornillo. - ¿No te dan envidia? – le preguntó a Rodolfo, mirándole a los ojos.
-Pues sí, la verdad es que sí ,mucha . – dijo Rodolfo, ruborizándose un poco.
-Bésame, tonto.- dijo ella, y se fundieron en un largo beso.
A las dos horas ya estaban follando en casa de Rodolfo, y ella se quedó alucinada de la capacidad que tenia él para el sexo. Tenia la polla más grande que había visto en su vida, y era increíble, no se bajaba nunca. Disfrutó con Rodolfo como no había disfrutado nunca con nadie, hasta que acabó escocida, completamente dolorida e irritada, y tuvo que pedirle que parara. Eso sucedió ya el domingo por la mañana, después de haber perdido la cuenta de las veces que lo habían hecho, y de la cantidad de orgasmos.
Por eso ese lunes Rodolfo se pasó todo el dia con una sonrisa bobalicona en la cara, con la cabeza en otra parte. En el trabajo fue un desastre, metió la pata varias veces, y su jefe se pilló el cabreo más grande que le había visto nunca. Llegó a decirle que si no seria que había estado tomando drogas el fin de semana, y todavía le duraban los efectos. Por eso le dijo que se fuera a casa dos horas antes de lo normal, y que más le valia que mañana estuviera en mejores condiciones.
Así que Rodolfo salió pronto de trabajar, llegó a casa, y aunque no era muy dado a la poesía, ni a escribir nada, decidió escribir un poema para Mónica, para demostrarle que le había gustado mucho, y quería volver a verla, en cuanto fuera posible. Se lo mandaria por email.
Se puso delante del ordenador, y al cabo de media hora, más o menos, ya tenia escrito el poema para Mónica. Era este:

MI TROMPA DE ELEFANTE, TU MEJOR AMANTE

Bienvenida a mi trempera,
ponte cómoda y disfruta,
prepara el jugo en tu gruta,
que la hollaré toda entera.
Puedes ponerte tú encima,
sabes mover bien el culo,
yo me siento hecho un mulo,
y la lujuria nos mima.
Van a flipar tus hormonas,
follaré hasta que te escuezas,
que las más grandes proezas
para mí son facilonas.
Adorarás mi gran polla,
será tu mejor amiga,
siempre tiesa y sin fatiga,
tú la pides y ella folla.
Fabricada a tu medida,
ya verás qué bien se ajusta,
que en exceso igual te asusta,
o te causa alguna herida.



CAPITULO 5 : EL JURAMENTO


Rodolfo llevaba un par de días meditabundo.Desde su encontronazo con aquel par de maleantes en un callejón.Ese encuentro le había hecho replantearse muchas cosas.Debia aceptar que, de un modo u otro,había sido regalado con un don,un poder.Y sentía que estaba obligado a aprovecharlo,que seria un crimen desperdiciar ese don. Y seria demasiado egoísta aprovecharlo únicamente consigo mismo y con su novia, Mónica, con la que llevaba ya dos semanas saliendo, dos semanas de intenso placer, tanto sexual como emocional. Su relación iba muy bien, y Rodolfo la quería mucho. Pero según iba tomando forma su decisión, comprendió que Mónica jamás debería enterarse de sus intenciones, o probablemente su relación se rompería. Debia ser cauto, y mantener en secreto sus habilidades. Hasta ahora, Mónica pensaba que Rodolfo era un superdotado, pero desconocía el auténtico potencial de ese pene que la penetraba sin descanso, haciéndola gozar como nunca soñó siquiera que pudiera.Y así debía seguir siendo.






Por eso Rodolfo no le contó que el otro dia, después de acompañarla de vuelta a casa, sintió algo extraño en su superpolla, una vibración, que se fue intensificando a medida que se acercaba a su casa. Cuando pasó por delante de un sucio y oscuro callejón que estaba tan sólo a un par de manzanas de su casa, su miembro aumentó sus vibraciones, y se ereccionó sin que Rodolfo le hubiera dado la orden, cosa que le sorprendió mucho.Le rompió los pantalones, y su enorme falo apuntaba hacia el fondo del callejón.






Entonces oyó la voz de una chica.






-¡Auxilio, que me roban!






Y sin saber muy bien por qué, ya que no le gustaba meterse en problemas, corrió hacia la voz que había escuchado.






Aunque estaba muy oscuro, distinguió tres sombras, que no se habían percatado de su presencia.Sus ojos se acostumbraron en seguida a la oscuridad, y pudo ver a dos hombres jóvenes sujetando a una chica, que forcejeaba, intentando soltarse. Uno de ellos le tapaba la boca, mientras sujetaba una navaja junto a su cuello. El otro estaba bajándole los pantalones,esquivando como podía las patadas que daba la chica, en su afán de soltarse.






-Estate quieta o te corto el cuello, y mi amigo te folla ya muerta.Y calladita.






La chica cejó en su forcejeo, y aunque Rodolfo no podía verlos, intuía el pánico en sus ojos.No pudo aguantar más, y corrió hasta los malhechores. Al cabrón de la navaja le pegó un pollazo en la cabeza, antes de que llegara a enterarse de su presencia siquiera.El otro se levantó, renunciando a la tarea de desverstir a la pobre chica.Sólo pudo decir “¿Qué…. ?”, antes de recibir un tremendo pollazo en el pecho,que le proyectó contra la pared del callejón.Sin darle oportunidad de levantarse, Rodolfo le arreó otro pollazo, esta vez apuntando mejor, y dándole de lleno en la cabeza.Allí se quedó tendido.






La chica le miraba, incrédula a lo que había visto, con la boca abierta, incapaz de pronunciar palabra. Fue Rodolfo quien le dijo:






-Tranquila, ya pasó.- recogió el bolso que había en el suelo, y se lo devolvió. – Toma, esto debe ser tuyo. Vete a casa tranquila, que estos ya tienen su merecido.






Y se dio la vuelta, desapareciendo, mientras la chica seguía ahí parada, alucinada.






Desde entonces, Rodolfo había estado hablando consigo mismo, convenciéndose de que su miembro poderoso le había sido concedido para hacer el bien e impedir desmanes, y que no debía malgastarlo.Aquella noche no durmió, y como al dia siguiente no trabajaba, estuvo haciendo planes. Ideando sus próximos movimientos, decidido a sacar partido a su don,no solamente en beneficio propio, si no en beneficio de toda la ciudad. Siempre había sido fan de los comics de superhéroes, y se le ocurrió la idea de que, para que nadie pudiera conocer su identidad, debería fabricarse un disfraz. Estuvo otro dia entero pensando en ello, haciendo dibujos, considerando opciones, y asumiendo impedimentos, como el hecho de necesitar una bragueta adecuada, para no destrozarse el traje con cada erección.






Pero lo suyo no era, ni el dibujo, ni la confección. Y como la utilidad del disfraz era principalmente la de permitir sus erecciones, y preservar su identidad, se le ocurrió que podría usar unos pantalones de esos que de arriba abajo todo son botones, de los que usan los strippers. Cualquier camiseta serviría, y para que nadie le viera la cara, se compró unas cuantas caretas de carnaval en un todo a cien. Las más baratas que encontró fueron unas de George Bush, que tenían escrito en la frente “Soy un hijoputa, escúpeme”.Eran de plástico, tenían agujeros para los ojos, la nariz y la boca, y una gomita para sujetarla. No eran gran cosa, pero por 3 euros el paquete de diez, no se podía pedir nada mejor. Tras comprar tres pantalones de striptease en un sexshop, volvió a casa, para probarlos. Se puso los pantalones, se fue al pasillo, ordenó a su miembro que creciera, y con satisfacción, observó que los pantalones, al ser empujados, se desaprochaban, y no se rompían.






Esa noche, mientras el barrio dormía, Rodolfo, que como vivía en el ático, tenia la llave de la azotea, se subió allí, vestido con su nuevo atuendo. Se sentía un poco ridículo, pero pensó que ya se acostumbraría a parecer un gigoló de despedidas de soltera.






El barrio estaba muy tranquilo, la noche era clara, había luna llena, y Rodolfo pensó que había escogido una buena noche para hacer su juramento. En medio de la azotea, no pudo plantarse, porque había una cuerda de extremo a extremo, y colgada de ella diversas ropas. Eran de su vecina, seguramente, a juzgar por el tamaño de un par de bragas que estaban tendidas.






De pronto, un gato apareció, de un salto, y se plantó a unos metros de Rodolfo, mirándole fijamente.






-Bueno, venga, que todavía quedan un par de horas para que tenga que ir a curro, y me da tiempo a sobar un poquito más.- dijo en voz alta, tal vez hablando con el gato, o consigo mismo, eso ya no está muy claro.






Alzó su vista a la luna que alumbraba la azotea, levantó sus brazos, y exclamó:






-A este gato pongo por testigo que mi polla defenderá a toda mujer u hombre de esta ciudad que sea víctima de un abuso sexual. A sí mismo afirmo, y lo juro por mi vida, que mi polla no consentirá que ninguna mujer de esta ciudad pase hambre de sexo, y acudirá en auxilio de todas y cada una de ellas, repartiendo este don que me ha sido concedido, en beneficio de toda la ciudad, especialmente las mujeres. Que me ataque la impotencia si no cumplo esta promesa.






Guiñó un ojo al gato, que seguía ahí parado, mirándole de fijo. El gato no se enteró, porque Rodolfo llevaba la careta puesta, pero dio igual. Lanzó un alegre maullido, y de un salto, desapareció entre las sombras. Rodolfo sonrió, sintiéndose bien consigo mismo, decidido a acostarse y dormir, hasta que el desperetador le avisara de que tenia que ir al trabajo.

CAPITULO 6: UN NOMBRE

Tras la noche de su juramento, Rodolfo se acostumbró a deambular por las calles de noche, atento a su pene, que funcionaba como una antena, detectando todo tipo de agresiones sexuales, vejaciones y abusos.
Su polla nunca mentia, jamás se equivocaba, y aprendió a distinguir los diferentes tipos de aviso que recibia de ella. Así, comprendió que las vibraciones más fuertes e insistentes correspondían a los casos más violentos, y que cuando detectaba a una mujer insatisfecha sexualmente, su pene se limitaba a palpitar suavemente, apuntando en la dirección donde se encontraba la fémina frustrada.
También comprendió que era imposible satisfacer a todas las mujeres insatisfechas de la ciudad, porque eran muchas, y no podía tener tiempo para todas. Por eso aprendió a interpretar las pulsaciones de su falo en estos casos, y sólo atendía a aquellas que eran más rápidas y continuas.
Se prometió a sí mismo que se crearía un listado de prioridades, que respetaría a rajatabla. Siempre acudia primero hacia donde su pene le indicaba que estaba habiendo agresión y violencia.
Y a las dos semanas de sus correrías nocturnas, ya se había labrado una reputación entre las prostiputas, que le veian como un ángel de la guarda, un defensor que siempre aparecia en el momento justo, ya fuera para evitar las palizas de sus chulos, ya fuera para pararle los pies a los clientes que no respetaban la advertencia: “yo no hago esas cosas”. Su pene sólo vibraba si la chica estaba siendo forzada a hacer algo que no quería.
Fue a una chica rumana, a la que acababa de salvar de un cliente apestoso que no aceptaba la decisión de no practicar el sexo anal, a pesar del plus monetario, la que, tras besar la mano de Rodolfo en señal de gratitud, le dijo:
-Tengo una amiga a la que salvaste el otro dia de llevarse una paliza del cabrón de nuestro chulo. Le diste su merecido a ese hijoputa, y ahora está detenido y pendiente de juicio. Eres un héroe, tio, y como tal deberías tener un nombre que te identifique.
Rodolfo se quedó pensativo un momento. Tenia razón la chica, debía buscarse un nombre. Se le iluminó una bombillita, como si una musa le hubiera tocado el hombro, y sonriendo, le dijo a la chica:
-Tienes razón, de aquí en adelante podeis llamarme Erectionman, el defensor de las mujeres, el paladín del sexo sano y sin abusos. Díselo a tus compañeras. Diles que Erectionman velará por su seguridad, tanto si son mujeres de buena reputación y de alta posición social, como si hacen la calle o trabajan en un puticlub. Erectionman quiere que se respete a las mujeres por igual, sin importar el trabajo que tengan.
La chica sonrió, dio unas palmadas en señal de aprobación, y le dijo:
-Puedes estar seguro de que se lo diré a todas mis amigas. Que sepan esos violadores y matones que donde las dan pueden tomarlas.
-Tú lo has dicho, guapa. Ninguna agresión quedará sin castigo. - y tras decir eso, Rodolfo se perdió en la oscuridad de la noche, dispuesto a seguir deshaciendo desmanes y castigando tropelías sexuales.
Pronto, toda la ciudad se enteraría de la existencia del pene justiciero de este extraño personaje enmascarado. Ahora que tenia nombre, se había terminado de completar el parto de un héroe.



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CAPITULO SIETE: EN PORTADA
Agencia: erre.
ERECTIONMAN DESMANTELA UNA RED DE PROXENETAS AFRICANOS

Un extraño personaje, desnudo de cintura para abajo, y con una careta de George W. Bush para ocultar su rostro, desmanteló él solito una poderosa red de proxenetas africanos, que operaba por toda Europa.

Según fuentes policiales, los dirigentes de esta red estaban reunidos en un club de alterne llamado “El paraíso lupanar”, sito en la autopista nacional II, a la altura del kilómetro 42. Según esas mismas fuentes, los doce integrantes de la red de trata de mujeres fueron encontrados atados de pies y manos, en un gran despacho del citado club de alterne, con evidentes muestras de haber sido golpeados con algún objeto contundente. Los detenidos aparecieron también con la cara cubierta de una sustancia muy pegajosa, que al ser analizada por los científicos de la policía resultó ser sémen.
Según declaraciones hechas por uno de los policías científicos que analizó las muestras de esa sustancia, evidentemente es sémen, y de una única persona, evidentemente hombre. Así mismo declaró su extrañeza, dada la enorme cantidad de esperma hallado en el lugar de los hechos. Con sus propias palabras, “ese sujeto tuvo que haber estado meses, si no años, acumulando sémen de algún modo, para poderlo arrojar después sobre la cara de los detenidos”.
En diversas entrevistas realizadas por reporteros de este diario a las prostiputas que se encontraban en el lugar de los hechos, estas aseguraron que un único hombre, al que describieron como un héroe, y le llamaron “Erectionman”, fue el autor de los actos. Afirman que llegó al club sólo, y sin pantalones, llevando una careta para que no se le viera la cara. Subió al despacho, y ellas pudieron escuchar golpes y gritos. Luego le vieron salir, blandiendo un enorme pene de más de metro y medio de longitud, que todavía iba goteando sémen.
Al parecer, el extraño hombre apodado Erectionman no quiso detenerse a recibir la gratitud de las prostiputas por él liberadas, ni esperar a la llegada de la policía, a la que él mismo llamó desde un teléfono que había en el despacho donde inmovilizó a los doce proxenetas, y se fue corriendo del lugar de los hechos.
Nuestros reporteros han averiguado que Erectionman ya es un personaje bastante popular y conocido en el mundillo de la prostitución, y que acostumbra a defender a ese colectivo, así como a toda mujer víctima de la violencia sexual que encuentre a su paso.
El comisario general de la policía afirmó a uno de nuestros reporteros que “es muy extraño todo esto, ese individuo parece sacado de un cómic, y yo no me lo creo. Nuestras pesquisas apuntan más a un ajuste de cuentas, y pensamos que tal vez las prostiputas estén todas de acuerdo en dar esa visión tan estrambótica de los hechos. Pero no dude usted que pondremos todos los medios a nuestro alcance para esclarecer por completo lo sucedido en El paraíso lupanar”.
Dadas las contradictorias declaraciones de unos y otros, de momento este periódico se abstiene de decantarse hacia un lado u otro, pero lo que es evidente es que Erectionman se ha convertido en un mito, una leyenda urbana, y ya hay muchos reporteros gráficos, policías, y buscavidas, peinando las calles para tratar de desvelar lo que pueda haber de cierto en todo esto.
Los ojos de toda la ciudad están puestos sobre tan extraño caso.
Seguiremos informándoles según vayamos teniendo nuevos conocimientos sobre el caso.

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CAPITULO 8: LA GRAN MADAM

Erica Morra, la Gran Madam, estaba tan cabreada que casi echaba humo por las orejas, como si fuera una tostadora vieja. En su mano izquierda tenia el periódico de la mañana, tan arrugado que nos seria difícil leerlo, aunque nos lo prestara. Pero de todos modos os lo voy a contar, no hay problema.
La pérdida del negocio había sido grande. La Gran Madam controlaba toda la región, incluido el clan de los africanos, y estaba acostumbrada a embolsarse el diez por ciento de sus ganancias, a cambio de proporcionarles los clubes, y la seguridad de que la policía no les molestaría. Todo el que quisiera tener un negocio ilegal tenia que acudir a Erica. Sólo ella conocía a los contactos adecuados. Si la Gran Madam se enteraba de que estabas metido en asuntos turbios, y no le pagabas tributo, más te valia salir corriendo, o mejor volando, lo más lejos que pudieras. Si no decidia deshacerse de ti enviando a sus matones, lo haría enviándote a la policía. La Gran Madam lo controlaba todo. Menos a Rodolfo.
Y es ahora cuando llega el momento de que os cuente lo que ponía el periódico arrugado. Sólo hacia tres días que habían detenido a los africanos. Pero entre la policía, los cazafortunas, y los japoneses que siempre llevan la cámara colgada al cuello, estuvieron buscando a Erectionman por todas las calles, callejuelas y callejones de la ciudad.Y un estudiante de veterinaria, según contaba el periódico, había sacado anoche unas fotos de un extraño tipo. Las fotos estaban en primera plana, y unos titulares enormes y chillones afirmaban:
ERECTIONMAN EXISTE, Y TIENE UN MIEMBRO ENORME

No era para menos, a juzgar por las cuatro fotos, en las que se veía a un tipo desnudo, con una careta de George Bush hijo, exhibiendo un enorme falo de más de metro y medio. A sus pies, salía un tipo de unos treinta años, con aspecto de ser algún camello de poca monta, o un chulo de barrio. La Gran Madam no lo reconocia, pero posiblemente estuviera en nómina. No conocía a toda la gente que trabajaba para ella, ni falta le hacia.
Las fotos habían sido analizadas, sin que se hubiera descubierto ningún trucaje. El periódico aseguraba que eran auténticas, y según las declaraciones de los africanos, de las que ya se había enterado la Gran Madam, ese tipo existía, y era tal cual salía en esas fotos.
“Así que eres tú quien me está jodiendo el negocio” había gritado Erica, justo antes de dejar el periódico hecho un higo. Esto no puedo consentirlo, el fantoche este debe morir. Tras meditar durante un rato, arrojó el periódico a un rincón, dió un puñetazo sobre la mesa de caoba, y cojió el teléfono, dispuesta a mover algunos hilos.
CAPITULO 9: VACACIONES

Rodolfo estaba pensando que seria mejor cambiar su aspecto e indumentaria para poder seguir saliendo por la noche a impedir abusos y violaciones. Desde que la foto de Erectionman salió en los periódicos, las callejuelas nocturnas estaban llenas de policías buscándole. Claro que eso también impedía los crímenes, de modo que llevaba varios días sin salir.
Además, por fín habían llegado las vacaciones, y le había prometido a Mónica, su novia, que irían una semanita a la playa. Habia estado ahorrando durante meses. En sus correrías nocturnas, algunas pronstitutas le habían ofrecido sus favores, como pago, y al ser rechazado este ofrecimiento, le habían querido dar dinero. Pero Erectionman era altruista, y no aceptaba pago por su protección. De todos modos, estaba acostumbrado a apañarse con el escaso sueldo que sacaba a cambio de su trabajo.
Sonrió para sí mismo. Su trabajo. Al principio le había costado mucho seguir rindiendo, sin apenas dormir, y con la cabeza llena de recuerdos de sus aventuras nocturnas, que le producían un gran placer. Disfrutaba mucho dándole a chulos y violadores su merecido. El placer que sentia con la mirada de agradecimiento de esas mujeres, sólo era comparable al placer que sentía cuando hacia el amor con Mónica.
Rodolfo se vistió, y salió a comprar un par de viajes a la playa, para dentro de un par de días, cuando le dieran a Mónica las minivacaciones de una semana que le correspondían.
Volvió muy contento, y estuvo hablando con su novia por teléfono, confirmándole que ya tenían pagada una semanita para pasarla tirados en la arena, o follando en el hotel, según les apeteciera en cada momento.
Pero esa noche estaba inquieto, y no consiguió pillar el sueño. Le preocupaba su ausencia. Llevaba ya unas ocho noches sin hacer la ronda, y aunque la presencia de la policía impedía muchos abusos, no quería que nadie pensara que Erectionman había desaparecido. No quería que pensaran que se había arrugado, sólo porque le estuvieran buscando.
A las dos de la mañana, decidió vestirse, y salir a dar una vuelta por esas callejuelas que solia frecuentar como Erectionman, pero esta vez iria de incógnito, sólo para echar un vistazo.
Y estuvo paseando, contemplando el ir y venir calle abajo de morenazas, rubitas, y otras preciosidades. Muchas le ofrecían sus encantos al verle, pero él rechazaba amablemente, con un gesto. Vió que había rondas periódicas de la policía, y fue entonces como se le ocurrió que tal vez debería confiar en alguna de esas pronstitutas. Deberia tener un enlace, alguien que le informara de cómo estaban las cosas ahí en la calle. Alguien que fuera sus ojos cuando él no estaba. Y debía ser cuidadoso al elegir. Tendria que ser una persona honesta y fiel, que no le delatara, ni le denunciara.
En seguida se le vino a la mente una cara. No se acordaba de su nombre, pero si de su aspecto, su voz. Ella era la candidata adecuada. Y si no recordaba mal, ella solia trabajar unas manzanas más al este. Hacia allí se fue, meditando una estrategia adecuada, sopesando lo que era mejor contarle, y lo que era mejor callar.

CAPITULO 10
Sonó el móvil, y como estaba dentro de la mariconera, que a su vez estaba dentro del bolso de su novia, y dicho bolso estaba dentro de una toalla enredada, para que no quedara a la vista, tardó mucho en cogerlo. Al levantar la tapa, comprobó que tenia dos llamadas perdidas desde el mismo número, que era el de Restituta, la puta que había convencido para que fuera su informadora. No necesitó mucho esfuerzo para conseguir su colaboración. Restituta adoraba a Erectionman, aunque no sospechaba que el tipo con el que había hablado y el ya famoso héroe fueran la misma persona.
Rodolfo sonrió al recordar la entrevista. La abordó como si fuera un cliente, y cuando llegaron a la sucia y cutre pensión donde Restituta solia atender a su clientela, le dijo:
-No te desnudes. En realidad no he venido a follar, si no a hablar contigo.- ella le miró entonces con cara asustada, y le preguntó:
-¿Eres policía? Macho, eres el quinto ya que me pregunta en una semana. ¿Quieres saber si conozco a Erectionman? Pues que sepas que…..
-Espera, - le interrumpió Rodolfo. Yo vengo de parte de Erectionman, soy su amigo y colaborador. El hace los trabajos, y yo le apoyo en la logística.
La cara de Restituta se iluminó, y sus ojos brillaron.
-¿Ah, sí? ¿Y cómo es, es guapo? ¿Es joven, o de mediana edad? Porque viejo no creo que sea…
-Verás, no puedo contarte nada de él. Es mejor que nadie sepa nada, que nadie le conozca, excepto yo. Así será más difícil que le encuentren las mafias, o la policía. No puedo revelarte nada, salvo el modo en que me gustaría que me ayudaras.
Y Rodolfo empezó a explicarle cómo podría ser de gran utilidad a Erectionman, y de rebote, a toda la comunidad de pronstitutas. Ella aceptó encantada, sin dudarlo. Guardó el número de teléfono de Rodolfo, aunque éste le dijo que se llamaba Adolfo, por precaución. Y se comprometió a informarle de las cosas importantes que pasaran en las calles. Le aseguró a Adolfo, digo a Rodolfo, que no hablaría con nadie de esta conversación. Y le dijo a Adolfo, joder, quería decía a Rodolfo, que le diera un beso de su parte a Erectionman.
-No esperes que se lo dé con lengua,- le contesto……, esto………., ¡sí, ya!, Rodolfo - pero se lo daré.
Y los dos rieron. Luego se dieron un beso, este sí que con lengua, a modo de firma del pacto, Rodolfo pagó, y se fue de la sucia y cutre pensión.
Rodolfo volvió al presente descubriendo que ya no sonaba el móvil. Habia estado recordando, con la cabeza completamente ida al pasado, y Restituta se había cansado de no obtener respuesta. Se maldijo a sí mismo, por tontorrón. ¡Mira que ponerse a pensar con el móvil en la mano, sonando, y no descolgarlo! “Bueno”, se dijo, “puedo resolverlo llamándole yo a ella”.
La conversación fue corta. “Ya no le buscan, parece que empiezan a pensar que se ha esfumado”. El contestó que muy bien, que era una buena noticia. Le dio las gracias, y colgó. Estaba muy bien. Cuando regresara a casa, podría volver a hacer sus rondas nocturnas.
“Pero ahora es momento de disfrutar”, se dijo, mientras volvia a meter el teléfono dentro de la mariconera, la mariconera dentro del bolso de Mónica, y el bolso de su novia dentro de la toalla enredada. Para cuando terminó de esconderlo y se dio la vuelta, Mónica ya volvia de tomarse un baño. Estaba preciosa, con su largo pelo chorreando agua, y sus pezones, duros como piedras, a la vista, porque hacia topless. Rodolfo pensó que menos mal que sus poderes le daban completo dominio de su polla, porque si no, seguro que ahora mismo empezaría a sufrir una erección más bochornosa que provechosa, tumbado como estaba en la playa, rodeado de cientos de personas.