viernes, 27 de noviembre de 2009

EL FALLO DEL ESPEJO

EL FALLO DEL ESPEJO

Pero no hay peor condena
que el frio que puebla las venas,
ni peor castigo
que ser tu propio enemigo.
Cuando ese juez inquebrantable
se declara culpable,
acusándose a sí mismo,
ya viaja al fondo del abismo.
Por eso yo a lo que temo
es a mi propio baremo,
y no al de injustas leyes
que nos tratan como a bueyes.
Mientras me guarde el respeto,
siendo íntegro y completo,
me abrazaré al espejo,
porque seré igual que mi reflejo.
Y me sentiré inocente,
diga lo que diga la gente.