miércoles, 17 de marzo de 2010

LA SILLA

LA SILLA

Jonathan apagó la radial con un gesto de malhumor.Llamaban a la puerta.Se preguntó quién coño seria,y por qué seria tan inoportun@.En realidad,en su pensamiento no puso arroba,es licencia del autor.Tampoco usó la @ para exclamar,en voz alta a pesar de estar sólo,"¿quién será el capullo que me interrumpe justo cuando estoy a punto de acabar?"Dejó con cuidado la radial sobre el suelo,tras esperar unos segundos a que se parara el disco.Luego fué a abrir.-Hola,Jonathan.¿Te importaria no hacer tanto ruido?,es que está la niña durmiendo.Era el vecino de abajo,tan pejiguero como siempre.Sólo llevaba diez minutos con la radial,y casi habia acabado ya,pero el muy capullo no aguantaba nunca nada.-Tranquilo,ya casi he acabado.Es que estoy montándome una estanteria. - mintió descaradamente Jonathan,porque el ruido de una taladradora no se parece en nada al ruido de una radial cortando. -Ah,vale.Gracias. - dijo el vecino,que ciertamente era bastante capullo,y no distinguiria el ruido de una radial del barrito de un elefante.-Hasta luego. - le dijo Jonathan,intentando mostrar una sonrisa.Iba a cerrar la puerta cuando se lo impidió el vecino.-Oye,Jonathan.-¿Qué quieres,vecino? - le contestó,volviendo a abrir la puerta,y empezando a considerar la idea de usar también la radial para descuartizar al capullo del vecino.La descartó al pensar en la cantidad de sangre que habria que limpiar después.-Sólo recordarte que hagas el favor de no poner la música alta más tarde de las diez de la noche,que la niña se acuesta a esa hora y si no no duerme.El martes la tuviste por lo menos hasta las diez y cuarto.-De acuerdo vecino,lo siento.Fué un despiste,pero tranquilo,que no volverá a pasar. - Jonathan se sentia como un personaje de dibujos animados al que le estuviera saliendo humo de las orejas.Pero se contuvo como pudo,e incluso esbozó una mueca que queria ser sonrisa para decirle al vecino "adios".Luego cerró de un portazo,y se dispuso a terminar la faena,dijera lo que dijera el vecino.Sólo le faltaban un par de cortes.Luego recogeria todo,y pensaria cómo se iba a deshacer de los restos.Mientras cogia la radial,sentia satisfacción de estar a punto de librarse de un obstáculo tan incómodo,por fín.Y se puso a recordar cómo empezó todo,cosa que da ocasión al autor de contar la historia....Fué hace cuatro dias.Jonathan estaba en casa,conectándose a internet,cuando llamaron al telefonillo de casa.Contestó,y era un amigo suyo,llamado Elias.Elias tenia una furgoneta,y se dedicaba a hacer pequeñas reformas y chapucillas varias.-Oye,Jonathan- le gritó al telefonillo. - ¿quieres bajar un momento,que igual te regalo una cosa?-Espera,ahora mismo bajo.- dijo Jonathan,intrigado.Cuando llegó a abajo,Elias estaba con la furgoneta parada en doble fila.Tenia la puerta lateral abierta.Estaba casi vacia.Tan sólo habia tres sillas de oficina,que tenian un aspecto robusto y cómodo.-Tengo prisa,tio.Pero mira que sillas me han regalado.Yo sólo necesito dos,así que,como pasaba por aquí,y antes de tirar la que me sobra,he pensado que a lo mejor te gustaria.Son cómodas.Mira,tiene una palanca para que regules la altura.Y toca,la tapiceria es de cuero.Deben ser sillas de las que tiene en su despacho la gente importante. - mientras decia esto,Elias habia bajado al suelo una de las sillas,con evidente esfuerzo.Debia pesar lo suyo.-Pues sí que parece cómoda. - dijo Jonathan,al tiempo que se sentaba en ella para comprobarlo.Tenia unos reposabrazos de madera,un respaldo que se ajustaba a la posición de la espalda,y una base de hierro en forma de aspa. -Pues nada,tio,quédatela.Yo me tengo que ir a llevar a mi casa las otras dos,que me están esperando para cargar unos materiales.Pruébala,y si no te gusta,pues nada,la tiras por ahí.-Está bien.Es un poco grande,pero creo que la puedo acoplar bien,delante del ordenata.Hasta luego,Elias,y gracias.Elias se montó en la furgoneta,y se marchó.Jonathan se quedó pensando cómo transportar la silla los escasos treinta metros que le separaban del portal donde vivia.Probó a cogerla tal cual,y sus riñones protestaron."¡Pues sí que pesa la condenada!",pensó para sí mismo.Habia recorrido apenas cuatro metros cuando se dió con el aspa que formaba la base,en toda la espinilla.Dejó la silla en el suelo,mientras se subia el pantalón,con las lágrimas resbalando por su cara,en contra de su voluntad.Se habia hecho sangre,y un buen morado.Sintió un impulso de mirar hacia arriba,porque se sentia observado,y acertó.Vió al vecino de abajo,que era bastante capullo,apoyado en la ventana,fumando un cigarro,y con una sonrisa socarrona en la boca.Eso animó a Jonathan a desaparecer de ahí cuanto antes,y dejar de servir de diversión a la vecindad.Cuando al fín llegó al portal,dejó la silla en el suelo.Al hacerlo,creyó escuchar a sus riñones darle las gracias.Luego abrió la puerta,y puso la cuña que siempre habia en una esquina,para que no se cerrara sóla.Cuando se hubo asegurado de que la puerta no se cerraria de golpe,volvió a levantar el sillón,y trató de pasar.Pero no cabia.No en esa postura."Mierda",se dijo,mientras pensaba que tal vez si la girara.Eso estaba haciendo cuando se le escurrió de una mano,y como pesaba mucho,se volcó,dando con el aspa que formaba su base contra el cristal de la puerta,que se hizo añicos.Pero al final la silla entró,de lado.Conseguir meterla dentro del ascensor le costó sudar la gota gorda,y abolla un poco la puerta interior.Ya habia abierto la puerta de su casa,y estaba empujando la silla para dejarla en la habitación,junto a la mesa del ordenador,cuando subió el vecino.-Oye Jonathan,ya he visto que has roto el cristal de la puerta del portal.Sabes que soy el tesorero.Así que tendré que sumarte lo que cueste el arreglo al recibo de la comunidad del mes que viene.-De acuerdo,de acuerdo.Ha sido sin querer.Es que no veas lo que pesa esta silla.-Sí,ya te veo.Estás empapao en sudor.Te está costando lo suyo meterla en casa.Hasta el dinero del cristal te va a costar.Pero parece cómoda.Me gustaria tener una como esa,..La mirada iracunda que le clavó Jonathan le quitó las ganas de seguir conversando,de modo que dijo "bueno,no te molesto,que aun tienes que conseguir pasarla por esta otra puerta.Hasta luego".Luego se marchó,dejando via libre a Jonathan para instalar la silla de una vez.Cuando al fín la dejó en su sitio,y comprobó que cabia,aunque estrechaba bastante el poco espacio libre que habia en la habitacón,suspiró aliviado.Sacó la silla vieja al pasillo,y se sentó frente al ordenador."Silla de cuero,tú,como los ricos",se dijo.Encendió un cigarro,y se dispuso a probar la silla.Sí que era cómoda.Usó la palanquita que tenia para regular la altura.Pero no pudo bajarla lo suficiente para evitar que los reposabrazos tropezaran con la mesa,de modo que no pudo arrimarla mucho.Para colmo,el aspa de metal que hacia de base era muy ancho.Apenas quedaba espacio para pasar por detrás de la silla,a no ser saltando por encima del aspa."Bueno,pues salto,pero es muy cómoda",se dijo.Se sentó y se conectó a internet,visitando un foro en el que de vez en cuando escribia algo,ya fuera una opinión sobre política o actualidad,o un poema que se acabara de inventar.Llevaba diez minutos escribiendo su opinión sobre la homosexualidad de Mariano Rajoy(cosa que para él era innegable),cuando decidió que los reposabrazos resultaban bastante incómodos para escribir.Se tropezaba con los codos,que ya le dolian.Se sintió un poco defraudado con la silla,pero pensó que a lo mejor era cosa de acostumbrarse a ella.De todas formas,le dolian tanto los codos que no quiso seguir escribiendo,así que se puso a mirar otras páginas,donde sólo leia.Luego,cuando fué la hora de la cena,se levantó de la silla,y no volvió a pensar en ella hasta el dia siguiente.En realidad,más que pensar en ella,se dió de bruces.El despertador acabada de sonar,y Jonathan se levantó medio dormido,como siempre,para ir al baño y deshacerse del líquido que le inflaba la vejiga.Pero no recordó el poco espacio que quedaba entre su nueva silla y la cama,de modo que se dió con el aspa que formaba su base,en el dedo gordo del pie.Emitió un grito de "me cago en Dios",mientras se cojia el pié con las dos manos.En la otra pierna,en plena espinilla,lucia un enorme moratón,con costra de sangre,recuerdo del golpe que se habia dado el dia anterior.Cuando al fín dejó de retorcerse sobre la cama,asumiendo que probablemente se le pondria la uña negra,se levantó,y recorrió el pasillo cojeando hasta el baño.El camino hasta el trabajo fué bastante penoso.Estaba cojo del pié derecho,y le dolia la espinilla del pié izquierdo.El viaje de regreso fué aun peor,le dolia bastante más.El ya habia decidido deshacerse de la maldita silla,a la que le tenia ya un odio atroz.No dejaba de repetirse "¡a la mierda con la puta silla!".Llegó a casa,se tomó un calmante,y decidió esperar a que oscureciera para bajarla.La dejaria junto a los contenedores que habia en frente del portal.Tal vez no fuera el mejor sitio,pero con lo que pesaba,no podria llegar más lejos aunque quisiera.Sólo deseaba perderla de vista y olvidarse de ella.Eran las once de la noche cuando,de nuevo bañado en sudor,pero sin darse más golpes,ni romper el nuevo cristal del portal,que todavia tenia las pegatinas de fábrica puestas,consiguió sacar la pesada silla hasta la calle.La llevó casi a rastras hasta los contenedores,y la acababa de dejar,por fín,ya se habia dado la vuelta para volver a casa,cuando de pronto,una voz a su espalda:-Oiga,caballero,un momento.Se giró,y era una pareja de municipales,que debia estar paseando por la calle.No los habia visto,enfrascado como estaba en la ardua tarea de transportar la maldita silla.-¿Sí?-No puede usted dejar eso ahí,lo siento.Deberia usted saber que el ayuntamiento ha puesto puntos limpios,donde dejar trastos y esas cosas.Allí tiene usted uno,a sólo cuatro manzanas.Llévelo allí,o tendré que ponerle una multa.- dijo el agente de más edad,mientras señalaba con el dedo.-Verá,agente,........,ya sé dónde dice,pero esta silla pesa como un muerto,y no me veo capaz de llevarla tan lejos.No tengo coche,ni nada.-Pues entonces,yo que usted me la llevaba a casa otra vez.Si ha sido capaz de llevarla de allí a aquí,también podrá usted hacerlo a la inversa,¿verdad?¿O prefiere que le ponga una multa de 300 euros,y luego llamo al servicio de limpieza?-Está bien,agente,está bien. - Jonathan volvió a levantar la silla.Sus riñones daban alaridos de dolor pidiendo clemencia,pero ante la atenta mirada de los dos agentes,que sonreian con evidente sorna,Jonathan se agarró al orgullo y volvió a subir la silla a su casa tan rápido como pudo.Luego,dolorido y exhausto,pensando que la silla parecia ser una maldición,se quedó dormido trazando un plan.Era una cuestión de honor ya.La silla o él.No cabian los dos en la misma casa.La tarde siguiente,cuando salió del trabajo,ya sabia lo que tenia que hacer.Así que en lugar de volver directamente a casa,pasó antes por Carrefour.Estaba mirando las distintas radiales que tenian,cuando se encontró con su amigo Elias.-¡Hombre,Jonathan!¿Cómo va eso?¿Qué tal la silla?-¡Vete a la puta mierda!,¿me oyes?,¡a la mierda! A Elias le pilló tan de sorpresa esta reacción que se quedó allí pasmado,con la boca abierta,sin reaccionar.Jonathan tampoco le dió mucho tiempo,cojió un disco de cortar metal que habia en una estanteria,lo juntó con la radial que tenia en la otra mano,y se fué hacia la caja,sin decir nada más.A sus espaldas sonó un "¿qué te pasa tio,por qué estás tan imbécil?",pero él hizo como si no lo hubiera oido.La solución era cortar la maldita silla en pedacitos,y deshacerse poco a poco de ellos,tirándolos al contenedor amarillo.Así evitaria que le pudieran poner una multa,y además sus riñones le agradecerian toda la vida haber tomado esa decisión.Realmente estaba baldado,y cojeaba bastante.La uña del dedo gordo del pie derecho se le estaba empezando a poner negra.Así que llegó a casa,preparó la radial,se llevó a la cocina la silla,no sin un gran esfuerzo,y se dispuso a cortarla en pedacitos.Al cabo de diez minutos,ya casi habia acabado con ella.Habia quemado el cristal de la ventana de la cocina con las chispas que salieron al cortar,pero el maldito aspa que formaba la base de la silla estaba deshecho en cuatro barrotes de metal.Pronto la silla seria un recuerdo.De pronto,llamaron a la puerta.Era el vecino capullo,y como eso ya lo he contado,me lo salto.Cuando terminó de rematar la faena,tras hablar con el vecino y decidir que no lo descuartizaria con la radial para no tener que limpiar la sangre,habia dejado la silla hecha pedazos.Ya sólo faltaba meterla en bolsas,y tirarlas en el contenedor amarillo.Llenó ocho bolsas,con las diferentes partes de la silla.Probó a tirar dos esa misma noche.Como no habia municipales,ni nadie a la vista,subió a por otras dos,y luego las demás,que depositó en otros contenedores que habia un poco más lejos,para no dar el cante.-¡Por fín! - dijo en voz alta,sin importarle que un transeunte girara el cuello al escuchar a Jonathan hablar sólo y a gritos,y probablemente pensara que estaba majareta.De pronto se sintió observado,miró arriba,y allí estaba,el capullo del vecino de abajo,con esa sonrisa sardónica.-No me quitarás este triunfo,cabrón . - se dijo,esta vez en voz bajita,mientras abria el portal y subia a casa.

FIN