miércoles, 28 de mayo de 2014

CANCIONES DEL CUARTO MUNDO

-¿Me lía otro truja, por favor, don Gé? No quise decirle que me llamo Guillermo, así que le di mi inicial. Ni siquiera sé por qué le he dejado acompañarme. Hace dos días que le conozco. Como hacía buen tiempo, elegí echar el saco en la hierba de un parque. En un banco, dormitaba un joven que apenas aparentaba tener veinticinco años. Tan mal llevados, que probablemente solo tendría veinte. Su ropa estaba manchada de vómito. Estaba sentado, con la cabeza caída sobre el pecho, con esa manera que tienen los yonkis de quedarse dormidos cuando están puestos. Seguro que en cuanto se despertara, le dolería el cuello. Nada que no arreglara con otro chino, si es que le quedaba material al colega. Todavía sujetaba el mechero en una mano, y un trocito de papel de plata ennegrecido en la otra. Me acosté y me quedé dormido. Cuando me despertaron los pájaros al día siguiente, le tenía sentado junto a mí. Mirándome. -Por favor, señor,¿me puede liar un cigarrito? Es que con estos temblores, no puedo liármelos yo… - me dijo en cuanto abrí los ojos. Me ofrecía una bolsa de tabaco de liar. Parecía tener el mal de San Vito. Me incorporé un poco, y me quedé mirándole, sin contestar. Tenía mal aspecto, el sudor chorreaba por su frente. Dejó la bolsa en el suelo, donde yo pudiera cogerla, para tener la mano libre y rascarse el brazo. Por lo visto, no le quedaba más de esa mierda que acostumbra a fumar. Mal rollo, para él. -Vale, te lo lío y me largo a la fuente. Quiero lavarme. Le lié el cigarro, se me da bien, yo también los fumo, son más baratos. Se lo tendí en seguida, pensando que me daría las gracias y me dejaría en paz. -Gracias, tío. Es que yo no puedo, ¿sabes? - se quedó callado un momento, pero al final se atrevió - ¿No tendrás unas moneditas? Es que estoy a dos velas, ¿sabes? -¿Me ves con pinta de ser el rey de España, colega? ¡Mírame! Estoy tan tirao como tú. Bueno, tan tirao no. Por lo menos no estoy enmonao. Y eso ya es mucho. Deberías dejar esa mierda. Se puso a llorar. Las lágrimas le hicieron churretes, formando ríos de limpieza en su cara. Balbuceaba, no conseguí entenderle. Sabía que solo me traería problemas. Yo me apaño bien, en mi carrito de supermercado ya llevo todo lo que necesito en este oscuro mundo. Lo que menos falta me hace es ser la niñera de un yonki. Estuve a punto de levantarme, coger el saco y largarme con mi carrito, al bar de Luis, que todos los días me invitaba a un café, porque le caigo bien, y le entretengo. Entre las nueve y las diez no suele tener clientela. Miré el reloj que me encontré hace más de un año en la basura. Era buena hora para ir. El seguía llorando, sentado en el suelo, con la cabeza entre las manos. -¿Te vienes a tomar un café? El señor Luis te invita. Levantó la cabeza y se me quedó mirando. -Quiero dejarlo. -¿El café? - le pregunté deprisa. Intentó una sonrisa que se quedó en mueca. -No, - dijo con voz rota - el caballo. -Muy bien chaval. Harás bien. Venga, vente. Pero vamos a pasar antes por la fuente, para lavarnos un poco la cara, anda. Y le llevé conmigo. Como era martes, le enseñe a recoger la fruta sobrante del mercadillo. -Con esto aguantamos hasta la noche, y luego nos vamos a los contenedores de enfrente de un supermercado que conozco, a ver qué hay. -¿Ya no te queda vino? -No, pero tranquilo, luego me paso por la tiendecilla de un amigo, que siempre me fía algún cartón. -Puuuff, tío, estoy fatal. -Resiste, estás pasando lo peor. Tres días más y lo habrás superado, colega. - le di una palmada en la espalda. Ya era tarde cuando volvimos al parque, a dormir sobre la hierba. Había estado preguntándome que si tocaba la guitarra esa que llevo en el carro. Le dije que solo a veces, cuando estaba de buen humor. En cuanto nos tumbamos, insistió tanto que tuve que sacarla y hacerle unos acordes, no sé hacer mucho más. Como ahora, dos días después. Todavía tiembla tanto que no puede liarse los cigarros. Se lo hago, y en cuanto lo enciende, me dice: -Tócala otra vez, tío. Me ayuda a no pensar en el caballo. Le doy otro tiento al vino, se lo paso, y le canto a él, a mí, al parque, al mundo… “Somos brillo entre basura, medalla de bronce al fracaso, restos secos de cordura, somos los de debajo. Somos la agonía pura, el llanto del tallo quebrado, llevamos la vida más dura, … la del abandonado.” … pero mi voz nunca llega a sus oídos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario